Se
puede observar cómo en Chile lo niveles de contaminación han aumentado en los
ríos, lagos y zonas costeras, y que la biodiversidad acuática se ha reducido de
manera notoria. En contraparte, la tecnología disponible para tratar las
descargas contaminantes ha mejorado durante la última década, así como también
la preocupación por ecosistemas que hasta hace algunos años no estaban en las
prioridades de protección.
Esta situación se correlaciona con brotes de enfermedades tan graves como la hepatitis A y a su vez, existen evidencias de daño a los ecosistemas, producido por descargas industriales y urbanas donde se ha detectado la presencia de contaminantes claves, como hormonas vegetales, derivados de plásticos, que tienen efectos en la salud y en la reproducción de peces en aguas continentales chilenas. Esta situación compromete seriamente la biodiversidad en los ríos chilenos.
Lamentablemente,
vivir en un territorio afectado fuertemente por el cambio climático implica
costos que debería pagar cada persona para mitigar su huella ecológica, es
decir: el impacto que cada uno de nosotros deja en el planeta, al consumir,
desechar y contamina. Esto se podría ver reflejado en cuentas de agua potable y
depuración de aguas servidas.
Actualizar las leyes.
La
evidencia demuestra que el Decreto 90 —que vela por la protección de los
sistemas acuáticos— no es suficiente.
La
contaminación ha aumentado notoriamente en ríos, lagos y zonas costeras. Se han
encontrado mariscos contaminados con material fecal y también se riegan
hortalizas con aguas no saludables. Hoy el Ministerio del Medio Ambiente está
revisando este decreto y los autores plantean que es urgente subir sus
exigencias: establecer cargas máximas de toxicidad y usar la tecnología para
medir adecuadamente los niveles de contaminación tomando en cuenta que, si los
caudales disminuyen, esto también afecta la capacidad de limpieza natural de
los sistemas acuáticos.
Hoy se está desarrollando una discusión fundamental para la conservación de los ecosistemas acuáticos: se trata del Decreto 90, que regula las descargas de contaminantes a ríos, lagos y mares chilenos, verificando que las concentraciones no sobrepasen ciertos límites establecidos por la ley. La normativa, publicada en 2000, fue revisada en 2012, pero finalmente no se modificó. Como consecuencia, hoy es un decreto desactualizado e insuficiente, que está siendo revisado en el Ministerio de Medio Ambiente.
Cumplir el Decreto 90 es un piso bastante mínimo y los esfuerzos deben dirigirse hacia entender la biodiversidad de los ecosistemas, fomentando la proactividad para generar información y potenciando normativas secundarias (es decir, aquellas encargadas de proteger a los ecosistemas) de calidad ambiental de las aguas y/o autocontroles de las descargas en aquellos ecosistemas que aún no los tengan.
El cambio climático afecta fuertemente a Chile
Chile
es un país que se ve altamente afectado por los cambios climáticos que ocurren
a nivel mundial, por ellos el gobierno siempre toma medidas adelantadas para
evitar grandes daños. Este año el gobierno refuerza los presupuestos para 2022
y prioriza las partidas para combatir la sequía histórica que atraviesa
mediante fondos para programas de comunas que han sido declaradas con escasez
hídrica o con emergencia agrícola.
Los
objetivos principales de los organismos son conseguir el acceso universal al
agua y al saneamiento en el país, la creación de un plan de infraestructuras
hídricas y nuevas fuentes y la planificación de una estrategia de cuencas.
Además, la subsecretaría impulsará un nuevo marco legal e institucional para
consolidar estos avances. Todo ello irá acompañado de la protección de
ecosistemas, gestión sustentable de acuíferos y protección de glaciares.
Comentarios
Publicar un comentario